Mi cara de "wooowww, el poder de las resinas de intercambio iónico" mientras usaba el adminículo debe haber quedado registrada en el ojo que flotaba en la habitación y observaba todos mis movimientos
Y el segundo....
No era un tacho de basura. Por suerte me detuve antes de tirar el papel de una barrita de cereal.
Tampoco era un reciclador (Lo segundo que pensé cuando vi el agujero en el fondo, y temí meter los dedos)
No había bolsas para el "tacho de basura", y me fui a la recepción a preguntar para qué era.
Media hora de explicaciones (Intenten traducir al inglés "ese coso que hay abajo de la mesada que parece un tacho" a un persona que solo sabe decir "Helou, uercome tu joutel"), y obtuve lo que necesitaba.
Me desilusioné con la respuesta.
Es un dispenser de arroz. Carga el depósito superior (Con unos 4 o 5 kilos), presiona el botón con la cantidad seleccionada, y el arroz cae.
Y yo que uso la misma taza para hacer "a ojo" el arroz.... Hasta en eso nos ganan
De yapa, les dejo una foto de lo que compré en el super.
Una experiencia hermosa. Comprar "por instinto", solo usando los dibujitos, es un verdadero desafío al azar, y al paladar. Algunas veces gané, y otras, perdí como en la guerra.
El "triangulito" era algo asi como un "bocadito" de arroz con salsa picante. Asqueroso.
El pote rojo era de una sopa, que era parcialmente aceptable.
El paquete apoyado sobre el microondas eran unas galletitas fritas, que estaban muy ricas.
El paquetito negro eran unos caramelos con gusto a tierra. Esos los llevé a mi oficina.
La "cajita" era Ottogi Seafood Risotto
Me decidí por Ottogi. "Seafood" y "Risotto" parecían tentadores.
El otro punto a favor: Dibujitos con las instrucciones.
La primera desilusión: El "Seafood" no eran langostinos gigantes, centolla ni ostras. Eran pedazos de cierto "tejido sintético", de formas extremadamente regulares.
Pero, igual, me atreví a cocinarlo.
¿El resultado? El primer bocado me pareció desagradable. El "tejido sintético de seafood" (Quizás "seafood" es un animal transgénico coreano) tenía una consistencia gomosa, y un gusto a pescado podrido realmente insoportable, que afortunadamente era opacado por la salsa de tomate extremadamente dulce y tan picante que me hizo escupir todo en el inodoro.
El segundo bocado, y los subsiguientes, ni siquiera pasaron por mi boca.
Esa noche cené galletitas dulces fritas y jugo de naranja.