jueves, 12 de julio de 2007

Amores de invierno

Un amigo me dio su teléfono. Me habló muy bien de él.

Lo llamé, y atendió el contestador. Odio los contestadores, pero tenía la necesidad de conocerlo. Así que le dejé un mensaje. Neutro, como todos los mensajes.
Esperé que me llamara.
Llamó a casa, y me dejó un mensaje, con su número de celular y su dirección. Por lo menos, es un avance.
Lo llamé al celular. Sonaba como un tipo medido y tranquilo, casi como yo. Combinamos para que lo fuera a visitar el jueves por la mañana, así nos conocíamos.

Fui con el auto. Quería dar una buena impresión, supongo que si iba en taxi pensaría que estaba tratando con un idiota.
Apenas me vio, me dijo "Te veo cara conocida". En realidad no nos vimos nunca, pero le resulté familiar. Quizás era una buena señal.
Era por demás agradable, y me parece que la buena impresión fue mutua. Inclusive, teníamos algunos amigos en común.

Charlamos un poco, y le conté de mis problemas.
Él trabaja en un taller mecánico. Me mostró el local, por extremo prolijo y ordenado, y me contó cosas que jamás había escuchado. Que los autos recalientan cuando pierden agua, y los pistones se dilatan, y llegan a fundirse en un tórrido abrazo con las camisas de los pistones. Eso de los pistones bombeando en medio del calor era bastante sugestivo, pero traté de disimular mis emociones.

Intenté hacerle algunas preguntas indirectas mientras charlábamos. Sólo quería saber si me iba a doler mucho. Era mi primera vez. Pero él no se daba por aludido, y seguía con su explicación, embelesado con sus motores.

"Me tengo que marchar", "llamame cuando puedas". Para una primera cita fue suficiente, yo también tengo mis tiempos.
No me encontraba en condiciones manejar, y si insistía en volver manejando seguro que iba a pensar mal de mí.

Volví a la oficina. Todos mis amigos se me abalanzaron, y me preguntaron cómo me fue.
Les conté de mi encuentro con Ramón, de su taller prolijo, y de lo agradable que me resultó su compañía y su conversación.
Y sí, parece que le hice mierda el motor al auto por pensar que el agua que le salia era solo agua, y no un nutriente esencial.

"Preparate, porque seguro que el mecánico te va a re garchar. Mínimo 3 lucas, pero el auto te va andar bárbaro."

Si me garcha duro y parejo, espero que haya onda, por lo menos.

6 comentarios:

Rocío Ricci dijo...

Genio! Me hiciste morir de risa!





Igual ya resucité, no te preocupes... :p

Anónimo dijo...

Un mecánico delincuente me dijo una vez: "Qué diferencia hay entre un cardiocirujano y yo? Un motor es como un corazón!" A lo que preferí quedarme callado antes de apabullarlo con el juego de las diferencias que de todos modos modos no iba a entender.
Por otro lado un mecánico le hizo el mismo comentario a un cardiocirujano (se ve que la comparación es habitual en el mundillo de los talleres), pero en esa oportunidad el médico contestó: "Intente reparar un motor en marcha y después hablamos"

Hoja Mayor del Gomero dijo...

ya tenía miedo que se me culpara por una muerte más en mi prontuario.

Yo tuve en cuenta el comentario de Guiy cuando el motor se convirtió en una máquina de espresso (lamentablemente, le salía un líquido verdoso y no capuccino), mientras me repetía a mí mismo "no metas los deditos, en esas cosas que se mueven...".

Dante Bertini dijo...

me resultó, más que cómico, sexi...pero es que yo no vivo en argentina y hacía un montón de tiempo que no "oía" la palabra garchar.
me gustan los gomeros, aunque aquí los llamamos "ficus elástica".
y una última pregunta: ¿lo de tirar la goma tiene algo que ver con esta planta?

Hoja Mayor del Gomero dijo...

Señor Cacho:
Absolutamente, no.

Esta es la página de los integrantes de una religión que se dedica a la apreciación de las bondades de Ficus Elástica.

ºOº V ºOº dijo...

Jjajajaajaja, groosísimo!!
Ojalá no duela tanto!!!!