miércoles, 8 de agosto de 2007

Mulo (Ojo, pero VIP)

Les muestro el estuche, pero no les diré el contenido.

Alicia me dio la noticia.
Me dijo que tenía que cumplir un encargo para el Jefe Supremo.
"Tenés que llevar esto a Centroamérica". "Se lo entregás a nuestro contacto panameño, lo llevás con él a República Dominicana, y vuelve a Panamá con el contacto".
Miré a "esto". Medía 1 metro y medio por 50 centímetros de diámetro.
"Me van a cobrar exceso de equipaje. Dame guita, o no llevo nada".
Los 100 dólares aparecieron instantáneamente, sin preguntas.
"Si no los gastás, me los devolvés. Suerte y buen viaje."

El pibe del check-in (Esto era Ezeiza, y no era el mismo de la historia de Ranni) me vio llegar con "el paquetito", mi bolso, la mochila, y el porta traje.
"Pesa 25 kilos, y el bolso, 12 kilos. ¿No quiere llevar el bolso en la cabina y se ahorra el exceso de equipaje?"
"Cobrame sobrepeso, pibe"
"Pero son 100 dólares. Si lleva el bolso se los ahorra"
"No importa, tomá los 100 dólares y no me hinches"
El pibe no entendía nada. Le cagué 100 dólares al sistema.

El vuelo fue normal, con la curiosa interrupción de una escala no prevista en Cali. La excusa fue "para cargar combustible porque teníamos viento en contra"
Treinta minutos de espera sin que nos dejaran bajar del avión.

Llegué a Panamá, y me encontré con mi contacto.

Lo ubiqué caminando por el free shop. Nos conocíamos sólo por foto.
Saludo formal, café de por medio, y me preguntó si traía el paquete.
"Si, ahora me siento mejor, por suerte ahora te lo llevas tú" (Yo hablo así con los centroamericanos)
Mira... recién me llamó el Jefe Supremo, y me avisó que lo tenías que llevar tú de vuelta a Buenos Aires. A mí ya me encargaron uno nuevito, me lo traen de París.
La reputísima madre que te parió a vos, a París y al Arco del triunfo.

Volamos hasta República Dominicana. Pasamos por Migraciones, y fuimos a buscar el equipaje.

Mi contacto en Panamá agarró su valija (Que salió entre las primeras), y se piantó. Me dejó solo, esperando.
El paquete llegó último. Lo levanté como pude, y lo puse en el carrito.
Me fui a la fila de la Aduana. Estaban haciendo abrir todo el equipaje a todos.
La cola iba muy lenta, y yo estaba casi último en la fila. Los voy a agarrar cansados.

De pronto, se me acercan un agente de Aduana, y dos tipos uniformados.
"Buenas tardes, Dr. Bienvenido a República Dominicana".
"Pase por aquí, por favor. No vaya al mostrador, no tiene que pasar por la Aduana".

Mi contacto había hecho uso de sus contactos, y de su pasaporte diplomático.
No me había abandonado.

2 comentarios:

p dijo...

yo creo que fue la influencia de nuestro venerado árbol, que (como inefable rexona) no lo abandona en los momentos más adversos.
tengale fe, profeta!

Anónimo dijo...

mmm... ese arturito quemado debe contener algo no muy santo. Es más, sospecho que en Cali aumentó de peso...
Cómo zafó de la aduana! ¿eh? Ya me lo veía gritando "Guardias!" en una bonita cárcel dominicana.